Imbabura Urcu, es el cerro protector masculino, de carácter sagrado, de la región de Imbabura. Él es un taita o yaya y al mismo tiempo yachac primordial. Su nombre es Taita (Papá) Manuel Imbabura. Es un hombre grande y viejo, un sombrero grande cubre su cabeza blanca. Frente a él está el volcán-nevado Cutacachi. Cuyo nombre proviene del verbo cutana: "moler, triturar, desmenuzar, pulverizar; piedra de moler", y de cachi: "sal"; puesto que en el Cutacahi hay gran cantidad de sal. El Cutacachi Urcu es el cerro protector femenino, de carácter sagrado, de la región. Es mama o milli y al mismo tiempo yachac primordial. Su nombre es Mama María Isabel Cotacachi, una mujer ya entrada en edad.
Imbabura Urcu, taita o yaya (Papá) y al mismo tiempo yachac primordial
Se cuenta que cuando Taita Imbabura era joven, empezó a salir del Imbabura (del cerro, pues este cerro es su morada) y caminaba por las noches, solo, pensando que las demás personas le iban a conocer, a ver y a criticar el por qué el Taita Imbabura tiene que salir del cerro. Como a los jóvenes que empiezan a salir de sus casas y a recorrer el vecindario y otros lugares, le decían puriqinchu ("andariego"). Caminaba, caminaba por las noches... y de pronto se encontró con la Mama Cotacachi. Caminaban juntos, pero que no podía declararse Manuel Imbabura, no podía declarar su amorío a María Cotacachi. Cuando de repente se declaró diciendo que la amaba, que la quería, y la Mama Cotacachi respondió: "Yo también desde muchos años que te conocí he estado enamorada. Pues ahora, entonces, vamos a ser enamorados". Y transcurrió el tiempo. Una vez que transcurrió el tiempo, obtuvieron un hijo. Un hijo que está a la derecha del Cotacachi, que se llamó el Yanaurcu y que está unido al cerro Cotacachi.
El Cutacachi Urcu, mama o milli (Madre) y al mismo tiempo yachac primordial
Entonces de este amorío entre Manuel Imbabura, un hombre grande, con sombrero grande, cabeza blanca y viejo; igualmente la Mama Cotacachi, procrearon un hijo que es el cerro Yanaurcu. Hace muchos años atrás, cuando los montes y lagunas eran nuestros consejeros se realiza esta leyenda.
En un pueblo muy pequeño existía una joven muy hermosa cuyo nombre era Pakarina la cual estaba profundamente enamorada de un joven llamado Ali Shungo el cual era muy trabajador y responsable Ali Shungo pasaba todas las mañanas por la casa de Pakarina ella se ponía sus mejores ropajes para que Ali Shungo se fijará en ella pero nada daba resultado Ali Shungo no se fijaba en ella. Un día Pakarina decidió ir a buscar el sabio consejo de nuestro Tayta Imbabura, al llegar a él, Pacarina contó su problema a Tayta Imbabura, él le dijo que ese consejo que estaba buscando no podía darle que debía esperar el regreso de su esposa Mishki Yaku (laguna de San Pablo) para que recibiera su consejo, el retorno de su esposa sería dentro de tres días, con la esperanza de que Mishki Yaku la ayudara en este problema regresó a su casa.
Después de haber pasado tres días, regresó al monte, allí ya le estaba esperando la esposa de Tayta Imbabura, ella ya estaba enterada de su problema ella muy sabiamente dijo que es muy bonito estar enamorada, pero no se podía obligar a nadie a que se enamore porque el amor a la fuerza no es amor; Pakarina entendió perfectamente lo que le trató de explicar, entonces Mishki Yaku le dijo que para que se enamorara podríamos ayudarle un poquito, mandó a Pakarina que tomara todos los tipos de maíces que hubiera encontrado y que los sembrara en los cuatro puntos cardinales, ella obedeció al pie de la letra todas la indicaciones, con mucho esmero cuido las siete clases de maíces que había sembrado cundo los maíces dieron fruto Pakarina volvió donde Mishki Yaku y le dijo que le diera el resto de instrucciones, Mishki Yaku le dijo que recogiera los maíces y colocara desgranados en una manta blanca en la cual permanecería hasta que los maíces germinaran después de que los maíces estuvieran germinados debería cocinar toda una noche y darle de beber un vaso de esta bebida todos los días; así lo hizo, recogió los maíces, los hizo germinar, los cocinó y le daba de beber todos los días un vaso, en muy poco tiempo comenzó a dar sus resultados, Ali Shungo comenzó a fijarse en ella y en muy poco tiempo empezó a enamorarse de Pakarina. Por eso el yamor es considerada una bebida para los dioses y una bebida para el amor.
Según la leyenda, cuenta que el taita Imbabura, cuando era joven, le gustaba salir del cerro donde vivía y que lleva su mismo nombre, a pasear por los alrededores todas las noches. Un día se encontró con María Isabel Cotacachi, a quien le declaró su amor y ella le correspondió. Se unieron y procrearon un hijo al que llamaron Yanaurcu, cerro que está unido al volcán nevado Cotacachi.
Yanaurco
Los volcanes María Isabel Cotacachi y Manuel Imbabura, son los padres protectores de las lagunas que están a los alrededores, donde los imbayas, indígenas del lugar realizan ofrendas a los volcanes, en agradecimiento por las buenas cosechas y para la buena suerte.